Ni toda la vida basta para agradecer el don de tener la presencia real de Cristo entre nosotros. Por eso estas breves palabras tampoco valen para agradecer a Dios tanto regalo por esas 24 horas de adoración con las que nos reunió el pasado 4 de marzo.
Comenzamos a las 18.00h del viernes con la Eucaristía, presidida por nuestro hermano Abel cmf, que servía de pórtico y preparación.
Acogiendo la inivtación del Papa Francisco sobre esta iniciativa, la casa de formación fue un constante ir y venir de gente que se acercaban solo para mirar al Señor cara a cara y dejarse tocar por Él. Intercalamos durante este día distintas meditaciones que acompañaran nuestra oración, sobre el misterio de la Eucaristía, nuestro ser de consagrados que responde a una llamada de Amor en la noche del mundo, la hermosura de la Trinidad y su contemplación.
Durante la mañana del sábado nos acercamos a la misericordia de Dios Padre en la parábola del hijo pródigo y a la de Dios Hijo en la parábola del buen samaritano. La palabra y el canto se entrelazaban de la mano de Adrían cmf que aceptó generosamente ayudarnos a contemplar el amor desmesurado de Dios por nosotros.
La tarde se inición con una sencilla celebración en torno a María. ¡¡No podía faltar la Madre en semejante acontecimiento!! Su vida nos puso en camino para el abrazo de la comunión con el Hijo en la eucaristía que culminó estas 24 horas para el Señor. Con la firme conciencia de que nos transformamos en lo que comemos, así queremos seguir alimentando nuestra vida del Pan de Vida, del que no duda en hacerse pequeño para engrandecer nuestra pequeñez.