Pobreza. Porque nos sabemos amadas apasionadamente por Dios, vivimos en pobreza para compartir generosamente lo que somos y tenemos. ¡Queremos que lo que somos y tenemos sea oportunidad para compartir con generosidad! Por eso, administramos nuestros bienes (posesiones, dinero…), de manera que usemos lo suficiente para vivir y cubrir los gastos personales necesarios, y lo restante podamos ponerlo al servicio de otros: ya sean otros miembros del Instituto, como donaciones a otras asociaciones, al propio Instituto… Así vivimos de manera desprendida, poniendo en común lo que es de cada una y enriqueciendo a otros con nuestra generosidad.

Obediencia. Porque nos sabemos amadas apasionadamente por Dios, vivimos en disponibilidad para dejarlo todo y abrazar TODO. ¡Queremos estar disponibles para dejar un trabajo, una ciudad, una casa, unas relaciones concretas… para abrazar el trabajo, la ciudad, la casa, las relaciones concretas… que Dios quiere en cada momento! Por eso, por encima y por debajo de todo y en diálogo y discernimiento con otras, confiamos apasionadamente en Dios, que nos lleva de la mano a donde Él quiere.