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We will show you

things that you can get to know about

the Cordimarian Filiation

Definición Jurídica

Instituto Secular, Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María

CARISMA

Prolongar la maternidad de María

Presencia

Mi espíritu es para todo el mundo…

FUNDACIÓN Y EXPANSIÓN

Fundada por San Antonio Ma Claret. Siglo XIX.

VIVENCIA DE LOS
CONSEJOS EVANGÉLICOS

Castidad, pobreza y obediencia

Formas de vida

Solas, con la familia o en grupos fraternos

But we don’t want

you to stay here

We show you the entrails of

Cordimarian Filiation

Mujeres que enraizadas en Dios, profundamente enamoradas de Jesucristo y habitadas por el Espíritu Santo, se sienten llamadas a crear comunión en medio del mundo. Queremos ser imagen viva del Corazón materno de María, estando como Ella, amando como Ella, viviendo como Ella, sabiéndonos formadas y cuidadas en ese mismo Corazón.

Vivir, mirar, tocar, esperar… desde las entrañas del Corazón. Estar en todo como una madre, como María: atentas, cercanas, acogedoras, disponibles, dispuestas, luchadoras, valientes… ¡Estamos en las entrañas maternas del Corazón de María y por eso vivimos con las entrañas maternas del Corazón de María!

En el trabajo, por la calle, en el metro, en el super, en la Universidad, en los bares, en la parroquia, acompañando a jóvenes, a comunidades, en la pastoral de enfermos, haciendo misión con otros… Allí donde tú habitualmente te mueves, donde se desarrolla la vida normal de cualquier persona.

No nos vas a distinguir por nada externo. No llevamos insignia ni distintivo que haga saber que pertenecemos a una forma de vida consagrada. Las actitudes que queremos vivir en el corazón y que Dios nos ha regalado con nuestra vocación y nuestro carisma son las que marcan nuestro sello personal.

La presencia silenciosa del Corazón de María en nosotras -por puro don de Dios- configura nuestra forma de mirar, de estar y de tratar a la gente que nos rodea en nuestros puestos de trabajo… sin buscarlo, a nuestros compañeros les suelen cuestionar nuestras opciones, nuestras conversaciones, nuestro trato, qué hacemos en el tiempo libre…

En el siglo XIX San Antonio María Claret dio forma a una nueva manera de vivir la consagración para la mujer (hasta entonces sólo era posible en el convento y la clausura) que dejó por escrito en un libro que llamó ‘Religiosas en sus casas: hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María’: consagrar la vida a Dios en medio del mundo, sin cambiar sus condiciones externas, sin necesidad de dejar la familia, dedicaciones habituales… ¡El Espíritu le inspiró que era posible vivir plenamente consagrada a Dios en lo cotidiano! Él decía en este libro: ‘Estáis en el Corazón de María y esto os bastará’.

Hizo falta casi un siglo para que eso que soñó el Padre Claret se hiciera vida y tomara estructura. Ya en el siglo XX, muchos Misioneros Claretianos en distintas partes del mundo, comenzando en España y luego en América, ofrecían este libro a mujeres con deseos de Dios y, siempre bajo su acompañamiento, les proponían vivir lo que allí se explicaba. Cuando se aprueban los Institutos Seculares como forma novedosa de vivir la consagración en la vida ordinaria, comenzó un proceso lógico de unificación de criterios, de organización (también de gobierno) de toda esta realidad por los distintos puntos del mundo: desde Europa en España, Portugal, Italia, Reino Unido, hasta varios países de América del Norte y de América Latina. ¡Había muchas mujeres ilusionadas con el deseo que el Padre Claret había soñado para nosotras!

Juntas comenzaron la “grande obra” que es hoy Filiación Cordimariana.

Castidad. Porque nos sabemos amadas apasionadamente por Dios, vivimos en castidad para amar apasionadamente a todos, sin excepciones. ¡Queremos que nuestro corazón sea libre y generoso para que quepa todo el mundo, todas las realidades que tocamos! Por eso, por encima y por debajo de todo, amamos apasionadamente a Dios, que es el que ensancha nuestro corazón sin límites para amar apasionadamente como Él!!

Pobreza. Porque nos sabemos amadas apasionadamente por Dios, vivimos en pobreza para compartir generosamente lo que somos y tenemos. ¡Queremos que lo que somos y tenemos sea oportunidad para compartir con generosidad! Por eso, administramos nuestros bienes (posesiones, dinero…), de manera que usemos lo suficiente para vivir y cubrir los gastos personales necesarios, y lo restante podamos ponerlo al servicio de otros: ya sean otros miembros del Instituto, como donaciones a otras asociaciones, al propio Instituto… Así vivimos de manera desprendida, poniendo en común lo que es de cada una y enriqueciendo a otros con nuestra generosidad.

Obediencia. Porque nos sabemos amadas apasionadamente por Dios, vivimos en disponibilidad para dejarlo todo y abrazar TODO. ¡Queremos estar disponibles para dejar un trabajo, una ciudad, una casa, unas relaciones concretas… para abrazar el trabajo, la ciudad, la casa, las relaciones concretas… que Dios quiere en cada momento! Por eso, por encima y por debajo de todo y en diálogo y discernimiento con otras, confiamos apasionadamente en Dios, que nos lleva de la mano a donde Él quiere.

Como mujeres comprometidas con nuestro trabajo profesional, vivimos allí donde la oportunidad laboral nos propicia. Sin embargo, son otros los motivos que nos llevan a optar por las distintas formas de vida que el Instituto nos ofrece: algunas vivimos solas, en nuestras propias casas o con nuestros familiares. Otras optamos por vivir juntas, en lo que llamamos grupos fraternos, compartiendo espacio y vida.

Cada una, en su discernimiento vocacional, atenta en todo momento a lo que Dios va queriendo y confiando en el diálogo con las hermanas, elegimos aquella forma de vida que responda a nuestras inquietudes, a nuestras necesidades espirituales y/o materiales, a su realidad inmediata… Son formas de vivir que deben ayudarnos a desarrollar con mayor profundidad y entrega la vocación. Por eso, es posible que cambiemos de ciudad, incluso de país, para vivir en otra realidad que responda a esa llamada personal del Señor y que puede manifestarse en un cambio laboral, en una petición del propio Instituto o una oportunidad para crecer personal y espiritualmente.

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