Hace justo dos meses que el Papa Francisco empujó las enormes y preciosas puertas de la Basílica de San Pedro para dejar así inaugurado el Año Santo de la Misericordia, y nos decía «Un año de gracia: esto es lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir»(MV nº16). Y hoy, justo hoy, comienza para la Iglesia, para cada cristiano ese tiempo de gracia, ese tiempo de salvación que es la Cuaresma. «La cuaresma de este Año Jubilar ha de ser vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (MV nº 17) nos invita el Santo Padre, y eso supone empujar y abrir de par en par las también preciosas y pesadas puertas de nuestra vida, de nuestra intimidad, de nuestro corazón, bajar defensas, descorrer candados, girar las llaves, engrasar bisagras…
El Papa propone, en los números 17, 18 y 19 de la bula Misericordiae Vultus, algunos gestos muy concretos para vivir esta Cuaresma con verdadera profundidad. Me voy a permitir recordarlos con el fin de que podamos unir nuestra vida a los deseos del Papa y disfrutar así, a manos llenas, de la Misericordia de Dios que se va a derramar sobre nosotros estas cinco semanas de gracia que hoy empezamos:
- Escucha y contemplación de la Palabra de Dios: «¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!» y nos propone algunos textos como Miqueas 7, 18-19 e Isaías 58, 6-11.
- La celebración de la iniciativa 24 horas para el Señor, que deberá celebrarse durante el viernes y el sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma. Ojalá podáis participar en este momento de gracia que desea ser una experiencia «donde reencontrar el camino para volver al señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida».
- La celebración del sacramento de la Reconciliación, «porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia y que será verdadera fuente de paz interior» para cada uno de nosotros.
- La renovación de la vocación de confesores de cada sacerdote, para que puedan mostrar de verdad el rostro del Padre Bueno de la Parábola del hijo pródigo, abrazar a este hijo que vuelve a casa arrepentido y manifestar la alegría de haberlo encontrado.
- El envío de los Misioneros de la Misericordia, «que serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por todo el Pueblo de Dios. Serán predicadores convincentes de la Misericordia, anunciadores de la alegría del Perdón, de un perdón pleno, total, para todos.»
Todo un programa espiritual, todo un camino a recorrer, donde el expreso deseo del Papa es que la palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia o deje a ninguno indiferente. «¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón».
Hoy, con el gesto de la imposición de la ceniza, que nos recuerda nuestra pequeñez, nuestra fragilidad, damos comienzo a este tiempo intenso y precioso. No lo desperdicies, no lo malgastes. Déjate empapar por la gracia de Dios, deja que Él empuje y abra las puertas de tu vida para que pueda entrar y borrar todos tus pecados, consolar todas tus tristezas, acompañar todas tus soledades.
¿Quieres ser feliz? ¿quieres redescubrir el sentido más profundo de tu vida?¿quieres ser parte de esta corriente de misericordia que invade la Iglesia? Abre tus puertas, abre tu vida.