La casa de las Agustinas Misioneras nos acoge como en otras ocasiones para llevar a cabo nuestra jornadas de verano habituales en el mes de agosto. Tiempo para encontrarnos personalmente y en esta ocasión para empaparnos de todas las novedades que el nuevo Gobierno General vigente desde enero quiere poner en marcha en este sexenio.
Comenzamos con unos días de Ejercicios Espirituales propicios para tomarnos el pulso de la generosidad y la entrega, de la acogida del don y la fidelidad. Desde la estructura de los Ejercicios Ignacianos, Don Avelino Revilla, vicario de la diócesis de Madrid, nos condujo hasta lo profundo para, una vez más, elegir y optar por Dios, por la vocación recibida. El silencio y la soledad trataron de invadir estos días para que nada ni nadie nos distrajera de lo fundamental. Un verdadero tiempo de Dios y para Dios.
El 14 y 15 de agosto son días para nosotras de especial agradecimiento por celebrarse el Sí nuevo y renovado de algunas de nuestra hermanas y el inicio del camino en nuestro Instituto para otras. No quisimos tampoco estar ausentes de la celebración en Ciudad de México de la renovación de la Consagración de una de ellas, lo que nos tuvo pegadas a la pantalla del ordenador a altas horas de la madrugada. ¡Increíble lo que consigue la fraternidad!
El mismo 15 por la tarde nos introdujimos de lleno en las Jornadas de Formación Permanente, este año colmadas de proyectos y deseos para el nuevo sexenio. Se presentó el Proyecto de Formación, Espiritualidad y Misión, el Plan Integral de Comunicación, el Proyecto de Pastoral Juvenil Vocacional, el Plan de Vida de los Centros… novedades que rehacen la ilusión y la alegría, que nos impulsan a vivir con aires nuevos lo más fundamental de nuestro ser: vivir la prolongación de la maternidad de María como hijas de su Corazón en medio del mundo.