Ocho días, ocho días desde que celebramos la Navidad, ocho días de fiesta en el corazón por el nacimiento de Jesús, ocho días contemplando el belén, al Niño en brazos de María, a José atento y vigilante, a los pastores arrodillados ante el Misterio, el río, el molino, las ovejas… Ocho días de gratitud…
O no…. Quizá tus últimos ocho días hayan sido un maratón de comidas, fiestas, compras, gente, jaleo, amigos, familia…un no parar de relaciones sociales, de conversaciones, de risas, de cierta dosis de paciencia y cansancio también…
O quizá han sido ocho días en los que has conjugado a la perfección la compañía del Niño con la de tus seres queridos, los momentos de paz con los de bullicio, las risas con la oración, las compras con la entrega de lo mejor de ti…
Todas las fórmulas son válidas, lo único importante es ser consciente de que hemos recibido, en un Niño recién nacido envuelto en pañales, una bendición. Y por si acaso se nos había olvidado, hoy, para comenzar este año 2019, nos la vuelven a recordar. Mira. Léela despacio, disfrútala, rúmiala, repítela por dentro mientras vas a comer a casa con la familia, mientras vas en el metro, el autobús o el tren, mientras paseas o mientras conduces… Deja que resuenen en tu corazón como un secreto regalo para los 365 días que tienes por delante, porque es una bendición para cada día, que se renovará de una y mil formas cada mañana, ya lo verás:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti y te conceda la Paz”
Y, en medio de toda esta cascada de Gracia, el mayor regalo de todos, la mejor bendición: comenzar el año en brazos de nuestra Madre.
Nos dice hoy el evangelio que “María conservaba todas las cosas meditándolas en su corazón”. Siempre me he preguntado qué habría en el corazón de María, cuáles serían esas cosas que ella guardaba tan celosamente dentro. Y muchas veces he pensado que serían los recuerdos de la vida, las palabras y los gestos de Jesús, pero hoy sé que en su Corazón también estoy yo, estás tú, y esa es la mejor bendición para nuestra vida, estar dentro del Corazón de María. Así nos lo reveló Claret: “Estaréis dentro del Corazón de María y eso os bastará”.
Así que comienza hoy el año con el corazón lleno de paz porque hemos sido llamados a heredar una bendición: el cuidado de Dios dentro del Corazón maternal de María.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.