‘Proclama mi alma la grandeza del Señor…’, palabras de fraternidad

En un día como el de hoy, donde celebramos los 75 años de nuestros primeros comienzos organizativos y 44 años desde la aprobación pontificia, palabras de cariño y familia nos llegan para ayudarnos a elevar a Dios nuestra oración de acción de gracias. Los hijos del Corazón de María no han dudado en hacerse eco de nuestra celebración y así han querido hacérnoslo saber:

Un cordial saludo.

Si no me equivoco el 21 de noviembre celebráis el reconocimiento formal-oficial de Filiación Cordimariana como Instituto Secular de Derecho Pontificio con el Decreto “Beata Virgo María”. Era allá por el año 1973. ¡44 años! Y el corazón del Instituto sigue latiendo con alegría. Los años procuran, a veces, otra belleza y hermosura, otra juventud. Es vuestro caso.

De parte del Superior General, el P. Mathew Vattamattam, del Gobierno General, de la Comunidad de la Curia General, ¡muchas felicidades en ese aniversario!

Proclama mi alma la grandeza del Señor, 

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Nadie ha hecho tanto por nosotros como nuestro Dios:

nos salvó ya desde siempre

sin ser nosotros conscientes de ello,

hasta pasado algún tiempo;

nos ha colmado de tantos favores,

que muchos envidian nuestra suerte.

Por eso, con María y como ella, decimos:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,taize-magnificat-instagram1

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Nosotros se lo debemos todo a nuestro Dios,

que es santo y poderoso,

que es fiel y nunca falta a su palabra,

que está en el corazón de cada hombre,

y desea nuestro bien.

Por eso, exultamos de gozo, y con María, le cantamos:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

A Dios no le agradan los que están seguros de sí mismos,

pues se dejan engañar por su corazón.

Le complacen los sencillos y limpios de corazón.

A los pobres y humildes que viven sin pretensiones

les pone por encima de los señores de engreído corazón

y por encima de los que buscan a Dios en el dinero y el poder.

Llenos de gozo, digamos, pues, con María:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

A nosotros nos ha llamado Dios a vivir

en autenticidad evangélica,

a fin de estar así más disponibles para la misión

y para la tarea evangelizadora.

Él está siempre con nosotros,

animando con su Espíritu,

nuestra existencia y nuestra palabra.

Por eso, gozosos y agradecidos,

le cantamos con María:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

ÉI nos ha hecho comprender

que su amor reposa en las comunidades de creyentes;

y nos ha concedido el poder compartir con otros

toda la riqueza de su plan de salvación.

Con agradecido corazón, como el de María, cantamos:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Él nos ha hecho depositarias de su gracia,

de su paz y de su amor,

de su palabra y su perdón,

y nos ha enviado para que lo transmitamos

a todos los hombres de buena voluntad,

de generación en generación.

Por eso, gozosos, le cantamos con María:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Él nos ha dado como madre a María.

Por eso, con ella, exultantes de gozo, le cantamos:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Un fuerte abrazo a  ti, querida María del Mar, a todo el Equipo de Animación y Gobierno, a todas y cada una de las amigas y hermanas de Filiación Cordimariana. Éste sigue siendo… «tiempo de caminar».

 

Joseba Kamiruaga Mieza cmf. – Secretario General